
El ritual (del que nadie habla) antes de correr.
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La caca antes de correr: un ritual sagrado que nadie habla.
Por alguien que ha sufrido (y sobrevivido).
Hay cosas que como runners nos tomamos muy en serio: el pace, los tenis, el desayuno… y la caca. Sí, así como lo lees. Porque hay algo que pasa con el cuerpo cuando corres que nadie te advierte al principio, pero todos acabamos entendiendo: si no vacías, te puede traicionar a medio kilómetro.
Yo aprendí eso por las malas. No sé si fue el café, los nervios o el universo conspirando, pero una vez, en un entrenamiento largo, sentí ese clásico retortijón demoníaco a la mitad del parque. Y no había baño cerca. Spoiler: sobreviví, pero no fue bonito.
Lo curioso es que, con el tiempo, la caca pre-carrera se vuelve parte del ritual. Casi una superstición. Me despierto, tomo café, estiro un poco… y espero. Y cuando pasa, siento alivio. Cuando no, corro con miedo.
Y no soy el único. He hablado con otras y otros corredores y todos, sin excepción, han tenido “ese día”. Algunos no pueden salir sin hacer del dos. Otros juran por sus vidas que tomar café negro garantiza resultados. Hay quien cena ligero la noche anterior solo por eso. Incluso hay quienes hacen cálculos tipo NASA: “Si corro a las 7, entonces tengo que levantarme a las 5 para que dé tiempo”.
¿Y saben qué? Me parece hermoso. Porque es el tipo de cosas que solo quienes corremos entendemos. Como las uñas negras, los pezones rozados, o llorar sin razón después de un fondo.
Es incómodo, claro. Pero también es parte del cuerpo diciendo “hey, estoy activo”. Es señal de que algo se mueve, literalmente. Y aunque nadie lo postea en Instagram, todas y todos lo vivimos. Así que si estás leyendo esto mientras esperas en el baño antes de tu rodada del domingo, aquí va mi mensaje:
No estás sola. No estás solo. Estamos todos en esto.
Y si todavía no te pasa, prepárate. Un día, vas a correr con las piernas apretadas… pero no por el esfuerzo.