
Como Diéresis
Share
Empecé a correr por pasar tiempo de calidad con mi papá. No fue por salud, ni por una meta de fin de año. Fue porque él salía cada mañana con sus tenis gastados, su reloj cronometrando todo, y yo quería entender qué encontraba ahí, en ese silencio compartido entre respiraciones agitadas.
Al principio, no hablábamos mucho. Solo el golpeteo de los pies sobre el asfalto y su mirada de reojo, como chequeando si aún lo seguía. Pero con el tiempo, las palabras empezaron a salir, como si el movimiento aflojara cosas que no sabíamos cómo decir sentados en casa.
Primer medio maratón, padre e hija, 2013
Corríamos como diéresis: dos puntos sobre una misma vocal, unidos por el mismo sonido, aunque a veces no hicieran falta. Estábamos ahí, por estar juntos. A veces a su ritmo, a veces al mío, pero siempre entendiendo que había algo valioso en acompañarse.
No duraba mucho —media hora tal vez—, pero ese pequeño ritual se volvió un lenguaje. Aprendí a leer su respiración, a sentir cuando algo le preocupaba, aunque no lo dijera. Él, en cambio, supo cuándo yo quería hablar y cuándo solo necesitaba correr al lado de alguien.
Último medio maratón, juntos, 2024
Correr con mi papá no me hizo más rápida. Pero me enseñó a quedarme, a no huir de los silencios, a entender que algunas cosas, como la diéresis, están ahí solo para marcar una diferencia pequeña, pero necesaria.
3 comentarios
Correr así no tiene comparación!! 🙌🏼
Ameeee! 🧡 Que hermoso compartir con alguien que da todo por ti.
Que hermosa narración de vida, gracias por compartir